“El Regalo de los Niños: Deteniéndonos para Valorar el Momento”

En el ajetreo de la vida moderna, a menudo nos sumergimos en nuestras rutinas y compromisos diarios, perdiendo de vista la belleza y la riqueza del momento presente. Sin embargo, hay momentos especiales que nos hacen detenernos y valorar la magia que reside en cada instante. Uno de esos momentos es cuando Papá Dios, en su sabiduría, nos hace detenernos para que pasen los niños.

Imaginemos por un momento el panorama cotidiano: el tráfico, las tareas pendientes, las preocupaciones y el ritmo frenético. En medio de este caos, los niños aparecen como recordatorios vivientes de la pureza, la alegría y la autenticidad. A menudo, nos vemos atrapados en la urgencia de la vida adulta, pero cuando Papá Dios nos presenta a los niños, nos brinda la oportunidad de ralentizar y absorber la maravilla del momento.

Los niños nos enseñan la gratitud en su forma más sencilla. Sus risas son contagiosas y sus miradas curiosas nos recuerdan la asombrosa novedad que cada día puede traer. Y así, en esos momentos en los que Papá Dios decide detener el reloj para que los niños crucen nuestro camino, nos regala una pausa para reflexionar sobre la verdadera esencia de la vida.

¿Qué hay en esos instantes? Una sonrisa espontánea, una mano que se alza para saludar, un corazón que se llena de calidez al escuchar las risas infantiles. Las preocupaciones parecen disiparse, y nos damos cuenta de que, a pesar de todas nuestras ocupaciones, estas son las experiencias que realmente cuentan.

A medida que observamos a los niños, nos damos cuenta de que también estamos siendo observados por ellos. Nuestra reacción ante su presencia refleja nuestra actitud hacia el mundo y nuestra disposición a apreciar el presente. Los niños nos brindan una lección poderosa: vivir en el momento y abrazar la maravilla de la vida tal como es.

En última instancia, cuando Papá Dios nos hace detener para que pasen los niños, nos brinda una oportunidad de valorar el presente. Nos recuerda que la verdadera riqueza no se encuentra en las posesiones materiales, sino en la capacidad de encontrar alegría en los momentos cotidianos. Así que, la próxima vez que te encuentres detenido por la gracia de los niños, toma un momento para apreciar el regalo que te han dado y la lección que te están enseñando.

Cada vez que un niño cruza tu camino, Papá Dios te invita a detenerte, a sonreír y a reconocer la bendición de estar vivo. A través de estos pequeños mensajeros de la vida, nos recuerda la importancia de vivir en el presente, de abrazar la maravilla que nos rodea y de valorar cada instante como un regalo precioso.

✍️Miguel Soria Martínez  

Continuará….