Suegras a la cubana.

Dicen que es el 26 de octubre, pero todos los días pueden ser de ellas. No debemos esperar la vuelta de un año, a que llegue el vigesimosexto día del décimo mes para acercarnos a estas mujeres que son dueñas de ternura, pasión… y también baldíos prejuicios.  

La madre de la pareja siempre ha sido víctima de chistes malintencionados, bromas pasaditas de peso y a ella se les han atribuido disímiles escenas e historias de encontronazos con sus yernos o nueras.

En sentido general, pocos son los homenajes a las suegras en las artes. Los hay, en manifestaciones como la pintura y el teatro; pero deberían ser más, teniendo en cuenta el peso que ellas tienen en nuestras vidas.

En la literatura se han publicado hasta manuales, guías y compendios que aconsejan, orientan, dan recetas de cómo hacer más tolerable y efectiva esa química por la que apuestan los hijos.

En algunos cuentos y filmes infantiles las suegras también se han llevado amargas tajadas. En la música, con esporádicas distinciones de excepción, ellas igualmente han sido víctimas de frases y estribillos denigrantes que no merecen ser mencionados en este escrito; pero podríamos llenar varias horas de audición.

Respetando el tiempo y la dedicación de sus creadores, el mejor tutorial para salir airosos en esa posible beligerancia la tienen el día a día, el intercambio cotidiano, la inteligencia que muestre cada uno en pos de una coexistencia sosegada.

En Cuba ese fenómeno de la convivencia adquiere matices diferentes. Mientras en otras partes del mundo casi todo “el que se casa, casa tiene”, en la mayor de las Antillas debemos acomodarnos a como dé lugar.

El fondo habitacional en el mayor archipiélago del Caribe, más allá de su deteriorado estado constructivo, se ve matizado por un hacinamiento donde coinciden dos, tres y hasta cuatro generaciones.

No es difícil encontrar en una vivienda cubana bisabuelos, nietos, padres, abuelos… y las parejas de los hijos. Salvando la distancia del concepto carpenteriano: los barrios cubanos son todo un ajiaco familiar donde se ha tenido que aprender a simpatizar porque sí.

Ante la carencia de materiales para construir, en casa se le otorga prioridad a otras cuestiones más apremiantes como la alimentación y el vestir, dos pilares de los más inexcusables.

Las suegras merecen un monumento; solo que algunos se oponen a semejante distinción. Esos son los que no han encontrado el equilibrio perfecto para, en caso de ruptura, hacer esas paces tan necesitadas. Otros apuntalan el cartelito puesto por la tradición oral de verlassupervisoras, inquietas, complicadas,difíciles, controladoras.

De vez en vez hay que mirar a ese espejo que nos devuelve la imagen de nueras o yernos. ¿Cumples con los códigos establecidos en esa casa donde te acogieron? ¿Colaboras en los quehaceres? ¿Ayudas en el abastecimiento para la despensa semanal? ¿Contribuyes económicamente a solventar el consumo de electricidad, agua, gas y teléfono?

Si las respuestas son positivas, que sean nutridos los aplausos. Si es lo contrario, hay que revisarse. Pero sin dudas, en esta vetusta controversia hay sacrificados y victimarios en ambas bandos.

Generalmente nunca somos a los primeros que esa suegra conoce; o sea, ya hay precedentes de intercambio a ese nivel. Es decir: ninguno de los dos es primerizo en la materia, por lo que se impone apartar prejuicios y residuos de relaciones anteriores. Hay que comenzar desde cero con una buena experiencia y muchos deseos de que las aguas corran por un cauce lleno de concordia, visión y sensatez.

Está demostrado que esa histórica tirantez que se le atribuye a las relaciones suegra-yerno o suegra-nuera puede desembocar en la mejor simpatía del mundo. Ejemplos haypor montones que lo demuestran con creces.

La suegra debe verse como una extensión de la familia, esa otra madre que la vida nos regala. A fin de cuentas, tenemos en nuestros brazos y en el corazón, al fruto de su amor, ese otro ser que ha decidido echar suerte junto a nosotros.

Debe instalarse la armonía en el entorno familiar y encontrar la prudencia para que siempre reine la paz. Hay que desterrar cualquier manifestación de imposición de criterios. Donde se ponga tenso el ambiente la salida está en apelar a la negociación, al diálogo, al intercambio fraterno y respetuoso.

No tenemos toda la verdad en la mano. Sabemos que con cada va una buena carga de características, emociones, sentimientos, y todos diferentes. Y en eso también vamos como suegros, yernos o nueras.

Los que van creciendo algún día ocuparán ese lugar de padres postizos. Sería bueno que nunca olviden su condición de yernos para cuando sus retoños les traigan a suspretendientes. Todas las suegras una vez fueron nueras; solo que algunas lo han olvidado de manera tajante.      

Del lado de los dos jóvenes que resolvieron formar pareja también hay sus historias. Piense que esa señora nunca dejará de ser la madre de la novia o el novio. Tenga en cuenta que si la relación se rompe su status de progenitora no cambiará, lo que le pone un tanto a su favor. Piense en eso.

Cuando dos deciden echar suerte juntos, en ese idilio van también otros resortes inseparables. Como seres sociales que somos no podemos renunciar a interactuar con los que nos rodean, y quiénes mejores para hacerlo que la familia de nuestra media naranja, con la suegra en un lugarprotagónico. Ahí está ella, como horcón familiar, en la toma de decisiones y buscando el bienestar para los suyos.

Levantemos la voz y las manos para que vivan las suegras, y siempre en fraternidad con esos nuevos hijos que sus propios sucesores escogieron para compartir el amor y la convivencia.

✍️ El Cope