“Cuando un pueblo se alinea en su mentalidad y corazón, se crea una vibración tan poderosa que puede mover montañas, cambiar regímenes y en última instancia, transformar la realidad misma.”
En los últimos días, la oscuridad ha envuelto a Cuba. La falta de electricidad, un problema recurrente, ha dejado a muchas familias en la penumbra, enfrentando no solo la incomodidad de la ausencia de luz, sino también la incertidumbre y la frustración de no saber cuándo las cosas mejorarán. Sin embargo, esta oscuridad literal también puede verse como una metáfora de un desafío mucho mayor: la necesidad de un cambio profundo, no solo en las estructuras externas, sino en la mentalidad colectiva de las personas.
La Revolución Comienza en la Mente
En tiempos de crisis, es natural que la gente se sienta impotente, que se llene de quejas y preocupaciones. Pero lo que muchas veces no se considera es que el poder para transformar una situación no reside únicamente en factores externos, sino también en la mentalidad que adoptamos frente a esos desafíos. Cambiar nuestra forma de pensar no es ignorar la realidad, sino comenzar a crear una nueva.
La verdadera revolución que Cuba necesita –y que el mundo necesita– no es necesariamente una revolución de armas, ni de políticas, sino una revolución de la mente. Es un cambio en la forma en que pensamos sobre nosotros mismos, sobre los problemas y sobre las soluciones. Cuando aprendemos a dejar de alimentar la queja y empezamos a enfocarnos en lo que queremos crear, la energía misma de la situación cambia.
Las Quejas Alimentan el Problema, No la Solución
Es importante entender que cuando nos enfocamos en lo negativo, cuando repetimos constantemente los problemas y nos dejamos llevar por la preocupación, estamos contribuyendo a mantener esa realidad. La queja es como un imán que atrae más de lo mismo. Al enfocar nuestra atención en lo que falta, en lo que no funciona, terminamos perpetuando la escasez y la desesperanza.
No se trata de ignorar los problemas, sino de enfrentarlos desde una mentalidad diferente. En lugar de centrarnos en lo que está mal, necesitamos comenzar a preguntarnos: ¿qué podemos hacer hoy, desde nuestra situación, para mejorar las cosas? Cada acción, por pequeña que sea, cuenta. La suma de muchas pequeñas acciones, cuando están guiadas por una mentalidad de cambio positivo, puede dar lugar a un gran movimiento de transformación.
El Cambio Real Es Colectivo: Cuando Cada Persona Cambia, Todo Cambia
La revolución más poderosa es aquella que sucede dentro de cada persona. Cuando cambiamos nuestra mentalidad, dejamos de ser víctimas de las circunstancias y comenzamos a ser creadores activos de nuestra realidad. Si un número suficiente de personas en Cuba –o en cualquier otro lugar del mundo– cambia su forma de ver las cosas y adopta una mentalidad de soluciones, de esperanza y de acción, el cambio se vuelve inevitable.
Imagina un país donde, en lugar de centrarnos en la queja, la energía colectiva se enfoca en encontrar soluciones, en apoyarnos mutuamente, en construir lo que falta. Esta mentalidad de creación consciente puede ser la chispa que encienda una nueva etapa para todos. La historia ha demostrado que los grandes cambios empiezan con la unión de muchas mentes comprometidas con una visión de un futuro mejor.
La Luz que Nunca se Apaga Está en la Mente
Mientras que la electricidad puede fallar y dejarnos en la oscuridad, la verdadera luz –la que guía nuestras decisiones y nuestras acciones– es la luz de la mente. Cuando entendemos esto, no importa cuántos apagones haya, porque sabemos que nuestro poder radica en la manera en que respondemos a los desafíos, no en las circunstancias mismas.
No subestimemos el poder de nuestra mente. No pensemos que nuestras acciones individuales no tienen impacto. Cuando cada uno decide ser parte de la solución, el cambio comienza a manifestarse en todos los niveles. La oscuridad puede ser la oportunidad para encender la chispa de una revolución silenciosa pero poderosa: la revolución de la mentalidad.
Reflexión Final
Cuba enfrenta días difíciles, pero la verdadera batalla no se libra en las calles ni en las oficinas gubernamentales, sino en la mente y el corazón de cada persona. La auténtica revolución comienza cuando decidimos actuar desde el amor, la esperanza y el compromiso de crear algo mejor. Que esta oscuridad sea el momento de recordar las palabras de Jesús: “Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, podrán decir a esta montaña: ‘Muévete de aquí para allá’, y se moverá. Nada les será imposible.”
Es momento de encender la luz que nunca se apaga, esa luz interior que puede transformar nuestra realidad y la de toda una nación. Cuando cambiamos nuestra forma de pensar, cambiamos el mundo que vemos. La revolución que Cuba necesita no es de armas, sino de conciencia. La verdadera transformación empieza en la mente.