ESTAMPAS CUBANAS

“-¿Y ahora qué carajo hago con mi vida?- Se pregunta Yamila, cubana que una noche arrugó la sábana de una cama con Benedito, turista italiano. Él  no estaba en Cuba buscando sol y  playa, sino a jóvenes que se desnudaran a cambio de regalitos o de un   billete verde.

El tipo hizo mil promesas. Luego  se esfumó como Matías Pérez. La dejó con el amargo de la mentira, y también con  un embarazo gemelar. Sus padres se lohabían advertido y la botaron de la casa. Eso fue hace muchos años. Ha tenido que guayársela duro.Cuando le hablaban de estudiar respondía: “Yo no estoy pa ´eso”. No aprendió otra cosa que entregar el movimiento de su cintura a cambio de dinero. Por eso, la poesía de la vida le ha embrujado las noches que siente muy largas.

Sus hijas al sentarse a la mesa, no entienden de política, crisis económicas, apagones o situación coyuntural. Quieren vivir,  comer y vestir bien. Pronto cumplirán 15 años y de la fiesta nada. La madre no sabe qué hacer. Ya tiene la bonitura de su juventud.

Por eso, hace cálculos, crea variantes, busca candidatos. En la mañana se viste elegante, se mira al espejo y decide luchar el pan de cada día. Pero le falta harina. Esta gorda y sin encantos. Sólo lograembrujar a Gustavo, un jubilado acabadito de cobrar la chequera. Lo dejó como el Gallo de Morón: sin plumas y cascareando.

Una de las tantas  noches de platos vacíos, una de sus hijas le grita: “¿Hasta cuándo será esto, mamá?–

Intenta explicarle del bloqueo, la crisis mundial y los desaciertos de la economía cubana. Sus hijas se  ríen  a carcajadas. Entonces,  hala con rabia  una esquina del mantel. Platos y  jarra dibujan en el pisolas huellas del dolor y la impotencia.

Faltan 3 meses para los 15 de sus hijas, que están por La habana. Pasan las vacaciones con una tía. Yamila aprovecha los días de soledad  para ahorrar algún dinerito desde la oscuridad de su cuarto, al que llegan 2, 3, 4 y hasta 5 clientes por noche. Las madrugadas sirven para bañarse el cuerpo y el alma.  

En el remolino de pensamientos recuerda a Genaro, un viejo sin dientes, feo y  regordete.  Se  le mueve encima como un muñequito y le exige besos y caricias.  Pero, como quien paga… manda… ella ha tenido que regalarle besitos.

Ayer, en la mañana, recibe una llamada:-“Mami, pronto estaremos contigo.  Pero no te preocupes, llevamos de todo”.

Al otro día llegan en un Turitaxi. Las acompañan dos hombres, que más que hombres, son dos ancianos con dificultades hasta para dar un paso. Sin embargo, faltan manos y brazos para cargar lascajas, jabas y los regalos.  Las jóvenes sonríen felices luciendo modernos celulares, ropa y zapatos nuevos. Ya en el cuarto, la madre pregunta: “¿ Y esos viejos…_”- Una no la dejó terminar:

“Mamá, no son tiempos de  amores de películas; no queremos vivir tu valle de lágrimas. Me importa un carajo el ritual del amor. En esta casa necesitábamos moni  y aprendimos a buscarlo.”- Dijo y se fue. La otra, toma sus manos y la invita a  reflexionar:

“-Mira la parte positiva. Piensa que ya no tendrás que sacar cuenta del pasaje para ir a la escuela, tampoco tendrás que comprarnos ropas ni zapatos. Ahora la mesa tendrá comida rica y la fiesta de 15 ya no es un problema. Tú no eres bruta, Saca la cuenta”- La besa en la mejilla y se aleja.

Cuando Yamila queda sola con sus pensamientos, intenta buscar un culpable. Mientras, en la sala de su humilde vivienda, aquellos dos ancianos, con sus dos hijas sentadas en las piernas, tararean la canción: “Cuba, que linda es Cuba, quien la defiende la quiere más”.  

Y no siente rabia, sino LÁSTIMA de su vida, de sus hijas, de su Cuba.